Quinta etapa: Cáceres – Galisteo

6:00 de la mañana, se abren nuestros ojos y con ellos empiezan las preguntas a los compañeros, a ver que tal esas barrigas, Alvaro dice que se siente mejor, y de Rafa solo obtenemos un ronquido, así que decidimos guardarlo todo por nuestra cuenta y dejarle descansando hasta que se levantara con la información sobre los puntos de parada.

Al lío! 6:55 la salida de la ciudad se hace por la carretera que sale justo al lado de la Plaza de Toros, que dejamos a la derecha, en dirección al Casar de Cáceres, En la zona de la izquierda una bonita vista de la parte amurallada de Lana ciudad.

35283332-0B3F-4117-B55C-EF0CEE339F0C

Tras un repecho, se abre ante nosotros una larga recta de asfalto sin arbolado. Después de enlazar con un camino, en el que podremos encontrar algunas zonas con agua o barro, pasamos bajo los puentes de la autovía y enfilamos otra recta que nos llevará hasta la entrada del Casar.

E34B6CAA-E31F-479B-B882-6584B060B739

Salimos junto a la ermita de Santiago. Por delante, varios kilómetros de trazado plano y rectilíneo para disfrutar del hermoso paisaje, entre muros de piedra y fincas de ganado.

El Camino, a veces senda, continúa entre muros y retamales, dejando atrás varias portelas. En una de las rectas miro atrás y no me siguen los hermanos, tras una leve vuelta hacia atrás me los encuentro y Álvaro me confiesa que acaba de comprobar que está mejor de la barriga pero no del todo. Se ve que el mastín de la foto lo sabía y por eso se le acercó cuando pasamos esa vaya y estuvo jugando con él un buen rato.

Por el arcén de la N-630 transcurre una parte del camino que ayuda a salvar el curso de los ríos Almonte y Tajo, que forman el extenso embalse de Alcántara, aunque nosotros decidimos hacer una alternativa a la carretera mucho más divertida por un sendero paralelo que sigue le camino original y nos deleita un con rato de pura MTB. Un camino en subida que rodea el cerro Garrote permite divisar una excelente panorámica del embalse y sus alrededores.

El perfil se vuelve más plano y nos sitúa en una meseta desde la que se avista, al frente, el pico Silleta. En la ladera de la sierra se asienta Cañaveral. Desembocamos en el asfalto y realizamos el último tramo corto de carretera, para llegar a el camino que finalmente nos llevará a Cañaveral. Este trayecto por el camino se hizo bastante divertido, alguna que otra cuesta algo exigente pero siempre mucho mejor que la carretera. Conforme pasan los años en la vida tenemos que resistirnos a pensar eso de que la diversión es como un seguro de vida, que cuanto más viejo eres más te cuesta, y tenemos que demostrárnoslo de forma práctica. Cuando nos volvemos mayores, perdemos no sólo buena parte de nuestra creatividad sino también las ganas de divertirnos. Ahogados entre temas “serios” como nuestro trabajo, la hipoteca y un montón de obligaciones (que muchas veces son totalmente autoimpuestas) vamos poco a poco perdiendo esa frescura que proporciona la inocencia de la niñez. Así que si queremos tener todas esas cosas en la vida estará muy bien, de hecho quien me conoce sabe que vivo al límite del tiempo y las responsabilidades, pero las hago por que me divierten todas y cada una de ellas.

Hasta la tarea más rutinaria y aburrida acompañada de algún pequeño ritual que la endulce, se puede convertir en atractiva y nos puede apetecer por el simple hecho de eso que la acompaña (música, una copa de vino, una charla…). Además si amas tu trabajo y tu día a día no puedes permitir que  o tu se conviertan en un muermo. Aquí tienes que ser algo egoísta ya que está en juego, en buena medida, tu felicidad. Hazlo, pero hazlo divertido, que los años no avance en tu vida con la idea de que como adulto eres poco más que un “niño estropeado”.

Aquí gran parte de mi diversión de hoy:

Llegamos pues  a Cañaveral paramos a tomar un te y comer algo, aprovechando para ver a Rafa que nos esperaba para confirmarnos algo su mejoría, que ,salvo algún susto, iría quedando patente durante el día.

Terminada la parada seguimos donde lo dejamos, subiendo, con alguna parte algo mal señaliza pero siguiendo muy bien nuestra intuición, los metros entre camino y asfalto que separan Cañaveral de la ermita de San Cristóbal.

Aquí comienza la ascensión al puerto de los Castaños, cuyo tramo más duro es el del cortafuegos, donde nos vemos obligados al final de última rampa a echar el pie al suelo ante la gran cantidad de rocas sueltas que no nos dejaban avanzar. Por más que puse todo mi esfuerzo no logre subir, incluso a riesgo de caer de lado (como tantas veces), pero la sensación de llegar hasta tu máximo ya es una pago a ese esfuerzo.

Aunque sea triste las cosas no suelen salir como nos gustaría y forma parte de nuestra madurez tener que aceptar esto, que no siempre el esfuerzo genera las recompensas que ansiamos. Pero aunque no obtengamos el éxito o los resultados que esperábamos, lo que sí consigue el esfuerzo es que podamos estar satisfechos con nosotros mismos. Esto es algo que incluso puede ser más importante que cualquier otra cosa. Por eso muchas veces se dice que la felicidad no es la meta, sino el camino, algo que hoy me viene al pelo.

Una vez superado este bache el camino sigue entre alcornoques y encinas, con la Calzada a nuestra izquierda, y unos tramos que realizamos a un gran ritmo, hasta salir a la carretera de Holguera.

83180792-86CF-4813-A13A-C9C17733AD65

A partir de este tramo, que transcurre entre fincas valladas, la etapa se torna llana, fácil y previsible… pero hemos de prestar mucha atención a la señalización.

Continuamos bajando hasta el pueblo de Riolobos, donde decidimos realizar una pequeña parada para comprar algo de agua fresca y repostar ante el calor que empieza a ser algo sofocante.

Es aquí donde no puedo evitar volver a mi infancia, hay olores que tienen esa magia, y una larga ilera de pinos a la entrada del pueblo me golpea la nariz y me devuelve a la entrada de la guardería en la que estuve cuando era enano, aquella en la que mi madre desarrolló su labor durante cuarenta años dándome ejemplo de vida para en un futuro ser algo de lo mucho que para mí significa, porque sin ese ejemplo de luchadora y sin una paciencia infinita no sería ni la mitad de lo que soy ahora.

Para mí esos recuerdos  que nos traen los olores habitualmente son muy emocionales, tienen carga afectiva, y por lo tanto sirven como una forma de mejorar la recuperación, de darte un soplo de aire cuando lo necesitas, transportándote a una habitación tú palacio de la felicidad en que se guardan aquellos recuerdos que te protegen de aquello que te estresa o te hace infeliz. Quizá este mecanismo no nos facilite mucho la vida a la hora de encontrar en nuestra cabeza las respuestas de un examen pero si que pueden facilitar reconciliaciones con nuestra infancia y nuestra raíz para no olvidar quién somos y hacia donde vamos.

Una vez vuelto del viaje de mis tres añitos continuamos la marcha hacia el embalse de Arroyo del Boquerón, y ahí nos desviamos al último tramo de camino hasta Galisteo.

Tras un fuerte repecho, obtenemos como premio una excelente panorámica de la localidad y su robusta muralla almohade. Aquí dejo la imagen de la felicidad y el trabajo bien hecho una vez coronada esa rampa.

67FF0876-1492-4E4A-ADD2-542196CD04BA

De aqui todo será una recta de bajada con pendiente al final y dejarnos caer hasta el parador donde hacemos noche hoy. Hoy les ha tocado a las bicis de mis compañeros pasar por boxes, han ido a la ciudad de Plasencia a KM0 un taller donde nos han atendido de lujo y lo han dejado todo fino fino.

EE51CD7C-C966-4568-9F2C-66FBB530612D

Informacion de interés:

Ayuntamiento de Galisteo 927 452 002

Alojamiento: nos hospedamos en La pensión del Parador (En la Avenida del puente Romano. Teléfono: 645 986 793)  que está espectacular, y por el mismo precio que en el albergue del pueblo, que tampoco está mal.

Taller Kilómetro Cero: Avenida de España (Plasencia, Cáceres) teléfono 927 424 126